martes, 22 de julio de 2014

reacción frente a diversidad

«El otro día vivíamos una pequeña polémica a raíz de la reacción cavernaria de algunos miembros del gremio de los tebeos que se sentían ofendidos (atacados diría yo, a juzgar por el tono beligerante de sus comentarios), con una reseña muy favorable sobre Culto Charles, el nuevo cómic de Jose Ja Ja Ja editado por Fulgencio Pimentel. Algunos de los implicados en la polémica también se las veían no hace mucho con la obra de Nacho García, y en general parece que existe un sector muy ruidoso que se comporta como una policía del buen gusto que denuncia con estruendo, entrando con pasmosa facilidad en las descalificaciones personales, todo aquello que desafíe su estricto canon de lo que debe ser un tebeo. 
Para mí, tanto Jose Ja Ja Ja como Nacho García, por seguir con estos dos ejemplos y siendo autores muy distintos, están haciendo algunos de los cómics más interesantes de la actualidad en nuestro país, pero todo es opinable. Quizás entra dentro de lo previsible que obras tan abiertamente radicales generen esta polarización en los lectores, aunque no deja de resultar desagradable leer ciertos comentarios reduccionistas y en ocasiones alarmantemente desinformados que parecen venir más del rencor que de una reflexión razonada. Y a todo esto hay que añadir, por supuesto, la impunidad inherente a los nuevos foros, en los que alguien puede despacharse sin mesura y luego eliminarlo todo en un click incluso antes de que los afectados tengan la oportunidad de defenderse. 
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Una de las consecuencias que encuentro más positivas del proceso de normalización del medio en el que estamos inmersos es que da lugar a una mayor visibilidad de aquellos trabajos de vocación experimental, de autores dispuestos a correr riesgos en sus formas narrativas y decididos a buscar nuevas vías poco transitadas. No debemos olvidar que tarde o temprano todos los demás nos beneficiaremos de sus hallazgos, sin tener que sufrir sus incertidumbres. Si el medio no tuviera sitio para los autores que no se ajustan al canon, se convertiría rápidamente en un bloque estático, y por lo tanto condenado a la extinción. Por suerte, y a pesar de las opiniones fanáticas de unas minorías, nuestro cómic está muy vivo y mutando, así que desde aquí quiero agradecer el esfuerzo a los autores que lo hacen posible. La pluralidad de formatos, estilos y temas es una gran noticia, y en ningún caso es excluyente de las concepciones más clásicas. El cómic se mueve en muchas direcciones a la vez, pero los gustos no tienen por qué hacerlo. No pasa nada. 
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Cuando me topo con esa actitud resabiada del que cree que ya lo ha visto todo, el que habla de buenos y malos dibujos como si fuera un profesor de instituto evaluando una asignatura, o el que llama pose a cualquier postura distinta de la suya, me imagino el hastío que debe suponer para esta gente enfrentar la diversidad, la riqueza a la que todo medio cultural intenta aspirar. Por supuesto que no todas las obras son para todos los públicos, y es que es justo así como debe ser. Aun como amante irredento del medio, muchas de las cosas que se publican me resultan intragables, pero no me siento desafiado de ninguna manera por su existencia, sino más bien lo contrario. Estoy encantado de que haya sitio para todo, y no veo por qué esa circunstancia perjudicaría a ningún lector, que no está obligado a interesarse en nada más que lo que cada uno decida. Como en cualquier industria, es la ley de la oferta y la demanda la que en última instancia determina la viabilidad económica del producto, y por extensión su presencia en la estantería. Y al mismo tiempo, no todos los títulos tienen la misma vocación comercial ni se rentabilizan con los mismos números. También es buena la diversidad ahí».
 —Antonio Hitos, sigue en Club Cultura

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